martes, 8 de octubre de 2019

Manifestacion del pueblo en Santiago por la captura del Huáscar

 [Batalla de Angamos, oleo de Thomas Somerscales]

A las doce habia mas de dos mil almas en los patios de la Moneda.

En ese momento bajaba el señor Augusto Matte i se abrazaba con efusión con el señor Vicuña Mackenna, a quien decía al oído algunas palabras.

El pueblo pidió entonces que hablara el señor Vicuña Mackenna, i toda la concurrencia se dirijió a la plazuela.

En esos momentos S. E. el Presidente de la República dirijia algunas palabras desde los balcones esteriores.

El señor Vicuña Mackenna fué obligado a subir sobre un carretón cargado de armamento i equipo que en ese momento estaba a la puerta del palacio.

El entusiasmo era indescriptible, i los aplausos i las esclamacion estan prolongadas, que pasaron mas de cinco minutos antes que se hiciera silencio.


Entónces el señor Vicuña Mackenna pronunció mas o menos las siguientes palabras:

¡Pueblo de Chile! Al fin ha llegado tu hora en ese mar que siempre fué tuyo!

¡Pueblo de Chile! la bandera del Huáscar está a tus pies.

¡Gloria a los vencedores!

(Los vivas a Latorre, Riveros i a la marina nacional atronaban el aire).

Compatriotas:

El cielo de nuestras viejas glorias, que hoi nos acaricia con su manto azulado de luz, ha querido que este meeting del patriotismo espontáneo tenga lugar al pié de la estatua del hombre ilustre que con su jénio poderoso derribó la primera maquinación de ingratos vecinos contra nuestra honra i nuestra fortuna.

¡Que su brazo levantado al horizonte, nos enseñe otra vez el camino de la victoria decisiva! Que nuestro valeroso ejército no tarde en pisar las cubiertas de nuestras naves victoriosas! Que la santa impaciencia del pais se calme en el ancho mar! Que las banderas de Chile floten ufanas delante de las rocas que ocultan la quilla bendita de la Esmeralda, i que ese mismo tropo glorioso así redimido, flote al dia siguiente a la puerta del cementerio que guarda al otro lado de la colina la sombra del héroe, que nadie ha olvidado i nadie podrá olvidar en este suelo ni en lamas remota posteridad! —(Grandes aplausos).

Ciudadanos:

Hai hechos verdaderamente providenciales!

Cuando hace un momento un amigo llevaba a mi retiro el primer anuncio de la fausta nueva que ajita aquí nuestros corazones, leia tranquilamente bajo los árboles una carta del comandante del Cochrane, escrita hace ocho dias en las mismas aguas que se sacuden todavía al estampido de sus cañones, i esa carta era promesa evidente de victoria.

Dios guiaba la inspiración del bravo marino, porque es Dios quien dicta al corazón del hombre i del cristiano los presajios de la gloria i del sacrificio.

Compatriotas!

Aceptemos esta primera ofrenda de la victoria como una enseñanza suprema i oportuna, i marchemos en pos de ella con celeridad i vigor, a coronar la obra americana que, con el auxilio de Dios estamos empeñados en llevar a cabo.

Viva la República!

Viva la marina chilena!»

Acojidas estas palabras con muestras de loco entusiasmo el pueblo se retiró pidiendo unos la música de granaderos, otros se dirijieron a las iglesias a pedir repiques, i el mayor número se quedó estacionario en medio de un verdadero océano de coches, de jente de a caballo, soldados i todo jenero de vehículo.

La carta del señor Latorre a que aludía el señor Vicuña Mackenna, fechada en Mejillones de Chile, a bordo del Cochrane, dice así:

«El objeto de nuestra marcha parece que tiene relación con un plan combinado ya, i que puede dar buenos resultados si nuestra suerte no desaparece junto con embarcarnos en estas baterías flotantes.

Yo no lo espero, sin embargo, i por lo mismo estoi convencido desde luego de que a mi vuelta podré recibir el abrazo doble que para entonces me promete.»

En esos mismos momentos se enarbolaba el pabellón nacional en el palacio de la Moneda, edificios públicos i particulares, i la ciudad se vio embanderada como por encanto.

El comercio, tanto nacional como estranjero, cerraba sus puertas, que adornaba con los colores nacionales, i se asocia al entusiasmo jeneral.

Los tribunales, oficinas públicas, ponen también término a sus tareas.

A las dos de la tarde, en la plaza de Armas, en los portales, en las calles, se ven numerosos grupos que marchan en todas direcciones, retratándose en todos los semblantes el entusiasmo patrio. Minuto a minuto aumenta el jentío, i al lado del lujoso carruaje pasan las procesiones de ciudadanos ostentando el tricolor i vivando a Chile. De muchos balcones se arrojaban flores sobre los transeúntes.

Muchos carros urbanos, así como carruajes del servicio público i diversos vehículos, estaban embanderados o engalonados con flores.

A las dos i media los alumnos de todos los establecimientos de educación están de asueto i vienen a aumentar la concurrencia de las calles i plazas.

Mientras tanto, diversas bandas de música recorren la población, tocando himnos marciales; i la animación i el entusiasmo sigue creciendo, asi como el jentío que invade los paseos, portales, Moneda, etc.

A las cuatro de la tarde, hora en que se recibe el cuarto telegrama, confirmando la victoria, las calles se han convertido en verdaderas oleadas humanas. La banda de granaderos sale de su cuartel tocando el himno de Yungai, acompañada de una avalancha de jente de a pié i de a caballo, i en medio de vivas a Chile i a nuestros marinos.

Poco después, varios miembros de la 2.ª i 5.ª compañía de bomberos, bombas «Esmeralda» i «Arturo Prat», toman un carro del ferrocarril urbano i con una banda de música improvisada, tocando los mismos voluntarios varios instrumentos, otros las cajas de guerra, recorren en la imperial, llevando las banderas de la 2.ª i 5.ª, la línea de la Alameda.

Desde el cuartel hasta la estación, los entusiastas bomberos son objeto de simpáticas manifestaciones. 

De la estación el carro siguió por la línea de Yungai, tomando por la calle de la Catedral, completamente embanderada; de los balcones i ventanas caia una lluvia de flores sobre el carro, bomberos i músicos. La improvisada banda tocó en todo el trayecto los himnos Nacional i de Yungai, llegando a la Plaza de Armas cerca de las seis de la tarde. Ahí el pueblo acompañó a los voluntarios hasta el cuartel, vivando a Chile i al Cuerpo de Bomberos.

Mas o menos a la misma hora, la banda de granaderos regresaba también a su cuartel, seguida de un inmenso jentío, i los cañones del Santa Lucia dejan oir sus disparos en medio de los repiques i acompañados por los sonidos dela campana; del cuartel jeneral de bomberos.

En la noche, la mayor parte de los edificios habían iluminado sus frentes. Las procesiones encabezadas por banderas nacionales i faroles de colores, recorren las calles en distintas direcciones.

En el Teatro Municipal la concurrencia era inmensa; el estenso coliseo estaba, como se dice, de bote a bote. La funcion dio principio con el Himno Nacional, que fué repetido entre los mas entusiastas aplausos i esclamaciones.

En fin, el dia de ayer ha sido una verdadera odisea de entusiasmo; i en medio de este entusiasmo, que rayaba en delirio, hemos visto, no solo con satisfacción, sino con orgullo, que se ha vivado a Chile sin que una sola voz se haya dejado oir que pudiera herir en lo mas mínimo la susceptibilidad de ninguno de los dos países con quienes estamos en guerra.
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PROGRAMA OFICIAL.

El siguiente fué decretado por la Intendencia, en celebración de la gran victoria del 8.

INTENDENCIA DE 
Santiago, Octubre 8 de 1879.—La intendencia de Santiago, de acuerdo con la comandancia jeneral de armas, decreta el siguiente programa oficial en celebración de la victoria obtenida hoi por lá marina de Chile sobre la del Perú:

JUEVES OCTUBRE 9.

Al salir i ponerse el sol se hará una salva mayor en el Santa Lucía i se tocará diana en todos los cuarteles. Las bandas de música recorrerán la población hasta las 7 de la mañana, tocando el Himno Nacional i el de Yungai.

Permanecerá desde este dia, hasta el 13 inclusive, enarbolado en los edificios públicos i particulares el pabellón nacional.

Se ruega al patriota vecindario encienda luminarias durante las noches.

A la una i media estarán formadas, desde el palacio de la Moneda a la iglesia Catedral, las tropas de línea i cívicas existentes en Santiago, para hacer carrera a S. E. el Presidente de la República, que se trasladará con los señores ministros del despacho, miembros del Congreso, de la Universidad i la ilustre Municipalidad, etc., etc.,a solemnizar el Te Deum que se entonará en acción de gracias a la Providencia por tan fausto acontecimiento.

Desde las 7 hasta las 10 P. M. las bandas de música tocarán, una en el tabladillo de la Alameda, otra en la plaza de Armas, otra en la plazuela de la Recoleta i otra en el monumento de los escritores, frente a la calle del Estado.

En el Teatro Municipal se dará comienzo a la función con el Himno Nacional.

VIERNES OCTUBRE 10.

Salvas e iluminación como en el dia anterior.

A las 12 del dia, festival por todas las bandas en la Alameda, bajo la dirección de don Raimundo Martínez, alrededor de la estatua de O'Higgins.

Hablarán algunos oradores i poetas.

A las 4 i media P. M., función en la Quinta Normal. Se cantará un coro de 100 voces por todas las niñas de las escuelas públicas i del Conservatorio de Música.

Se ruega a los directores de sociedades i establecimientos de instrucción asistan a esta función.

De orden del Supremo Gobierno se declaran días cívicos eljueves 9 i viernes 10, permaneciendo en consecuencia cerradas las oficinas i establecimientos públicos.

Anótese i publíquese.—Z. Freiré.
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ORDEN DEL DÍA.

Octubre 8.—Para solemnizar el espléndido triunfo obtenido por nuestra Escuadra sobre los peruanos, mañana al salir i ponerse el sol se hará por la artillería, en la esplanada del Santa Lucía, una salva mayor. Las bandas de todos los cuerpos tocarán diana a las puertas de sus respectivos cuarteles, i luego recorrerán las calles de la ciudad tocando los Himnos Nacional i de Yungai.

A la 1 i media en punto P. M., del espresado día, todos los cuerpos de línea; cívicos i movilizados de esta guarnición, se encontrarán formados, haciendo calle desde el palacio de la Moneda hasta la Iglesia Metropolitana, para hacer los honores a S. E. el Presidente, que asistirá con todas las corporaciones al Te Deum que se celebrará a las 2 P. M en el espresado templo en espresion de gracias al Altísimo por aquella señalada victoria.

Nómbrase al coronel de guardias cívicas don Ramón Vial Comandante en Jefe de estas fuerzas, sirviéndole de ayudantes los oficiales de su propio cuerpo.

La artillería ejecutará en la esplanada del Santa Lucía una salva mayor al llegar la comitiva a la plaza, i otra igual al salir del templo.

Concluida la función, los cuerpos desfilarán por el frente de la Moneda, en orden de columna, por mitades, retirándose en seguida a sus cuarteles.

Desde las 7 a las 10 P . M., las bandas de música tocarán en el tabladillo de la Alameda, Plaza de Armas, plazuela de la Recoleta i al pié del monumento de los escritores, frente a la calle del Estado.

Un ayudante de esta comandancia jeneral designará oportunamente a cada banda el lugar donde lo ha de ejecutar.

El viernes, al salir i ponerse el sol, se ejecutarán las mismas salvas prevenidas para el dia anterior. A las doce del dia se verificará un festival por todas las bandas al pié de la estatua de O'Higgins.

Santiago, Octubre 8 de 1879.—Prieto.
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TE DEUM.

Santiago, Octubre 8 de 1S79.—Señor Dean: Telegramas de las 4 P. M. confirman la rendición i captura del blindado peruano Huáscar, i el Gobierno desea que la primera manifestación oficial sea un Te Deum que podrá tener lugar en la iglesia Metropolitana mañana a la 1 i media P. M., si, como lo cree el Gobierno, cuenta para ello con la cooperación del Venerable Cabildo Eclesiástico, del que V . S. es digno Dean.

Para los fines del caso, S. E. el Presidente de la República me encarga de decirlo así a V . S.—Dios guarde a V. S.—Miguel L. Amunátegui—Al señor don Manuel Váldes, Dean del Venerable Cabildo Eclesiástico.
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CABILDO ECLESIÁSTICO.

Santiago, Octubre 9 de 1879.—En el acto de recibir la mui grata nota de V . S., fecha de ayer, en que solicita la cooperación del Venerable Cabildo Eclesiástico para celebrar el fausto acontecimiento de la rendición i captura del blindado peruano Huáscar, impartí las órdenes convenientes para que se cante hoi a las 2 P. M. un solemne Te Deum en acción de gracias al Todopoderoso, como S. E. el Presidente de la República lo desea.

En nombre del Venerable Cabildo hago votos por que el Señor, a quien se dedicará hoi en su templo la primera manifestación del júbilo nacional, siga favoreciendo nuestras armas en la guerra que sostenemos.—Dios guarde a V. S.—Manuel Valdes.—Luis Salas Lazo, secretario capitular.—Al señor Ministro de Estado en el departamento de lo Interior.
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Efectivamente, el dia 9 se celebró en la iglesia Metropolitana el solemne Te Deum en acción de gracias al Altísimo por el espléndido triunfo obtenido por nuestra escuadra en las aguas de Mejillones.

Desde la 1 P. M. principió a llegar a nuestra iglesia Metropolitana una crecida multitud de señoras i caballeros,que esperaban en las puertas que llegase el momento en que debia tener lugar el solemne acto relijioso en que todo un pueblo católico va a depositar a los pies del Señor de los Ejércitos sus ofrendas de agradecimiento por el señaladísimo triunfo que le ha deparado la Providencia contra sus orgullosos enemigos.

Como a la una i media ya principiaron a llegar a la plaza los cuerpos del ejército i de guardias nacionales que debían hacer calle a S. E. el Presidente de la República i su comitiva desde el palacio de la Moneda hasta la iglesia Catedral.

Momentos después de las 2, la comitiva presidencial salía de la Moneda i tomaba por la calle del Chirimoyo hasta la de la Bandera en el orden siguiente i haciendo calle a esta parte el cuerpo de Bomberos Armados con su magnífica banda a la cabeza: 

Primero los jefes i oficiales francos de la guarnición vestidos de gran parada; después el Asilo de la Patria representado por doce pequeñuelos, esperanzas de la patria e hijos de los bravos marinos que en Iquique pusieron a tanta altura el pabellón de Chile. Llevaban dos hermosas banderas, la chilena i la de la Cruz Roja cubierta con un crespón negro; eran conducidos por su digno director el filántropo i caritativo sacerdote señor Ramón Anjel Jara.

Seguía después el Comité Patriótico, compuesto de caballeros abnegados que han recorrido la república colectando erogaciones para atender a las necesidades de las víctimas de la guerra. Iba a la cabeza con su estandarte su presidente el señor don Ramón Florencio Moreyra.

Seguía después la Ilustre Municipalidad de Santiago, los señores decanos de las diversas Facultades Universitarias i el cuerpo de profesores de la misma; los señores jueces de ambas Cortes, i los de los juzgados del crimen.

Seguía después el Senado i la Cámara de Diputados, los señores Ministros del Despacho, S. E. el Presidente de la República, llevando a su derecha al presidente del Senado i a su izquierda al de la Cámara de Diputados; tras de S. E. iban los señores edecanes i el señor coronel Prieto, cerrando la marcha el Cuerpo de Cadetes.

La comitiva desfiló por la calle de la Bandera hasta la de la Compañía, desde donde dobló hacia la Plaza de la Independencia hasta el templo Metropolitano.

Cantó el Te Deum el Ilustrísimo Obispo de Martyrópolis i Vicario Capitular de Santiago.

Hubo magnífico canto, buena música, i durante el tiempo que duró ese solemne acto relijioso, reinó el mayor recojimiento entre la inmensa concurrencia que hacia llegar hacia el Dios de las batallas entre las nubes del incienso sus fervorosas oraciones.

A las tres de la tarde próximamente, terminó el acto, i la concurrencia empezó a retirarse.

Una vez que salieron S. E., los señores Ministros i las corporaciones, la comitiva se puso en marcha, seguida de los cadetes que escoltaban el batallón Guardias del Orden, del Cuerpo de Bomberos Armados i todas las brigadas cívicas.

Al llegar la comitiva a la calle de la Compañía, las bandas de música de los batallones entonaron el Himno Nacional, que electrizó a todo el pueblo.

En seguida la comitiva volvió por el mismo trayecto hasta el palacio de la Moneda, frente al cual desfilaron todas las tropas, dirijiéndose a sus respectivos cuarteles, tocando marchas guerreras.

En la noche i al dia siguiente, se cumplió el programa oficial, como estaba prevenido i con gran entusiasmo de toda la población.

Fuente: Ahumada Moreno, Pascual, Guerra del Pacífico: recopilación completa de todos los documentos oficiales, correspondencias y demás publicaciones referentes a la guerra que ha dado a luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, conteniendo documentos inéditos de importancia Tomo I, Imprenta del Progreso, Antigua Seccion de Obras i Encuadernacion del Mercurio, Valparaiso, 1884, P. 503.

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