Cuenta la leyenda que este hecho sucedió entre dos soldados de la fuerza de ocupación de dicha capital peruana.
Uno del Batallón Concepcion, otro del Zapadores, el del Conce apellidado Rodriguez, el otro no recuerdo el nombre.
Estos soldados se habian enamorado de una agraciada Limeñita, y esta dama coqueteaba con ambos. Esto llevó a los soldados a tenerse un gran odio; donde se encontraban se trenzaban a golpes, y al ser sorprendidos al calabozo iban a parar este parcito de galanes. Pero esto no era impedimento para que volvieran a darse de puñetazos, y de nuevo al calabozo previo sus buenos varillazos a nalga descubierta.